A cerca de mi.

La Gallareta Santa fé.

Mi pueblo natal, La Gallareta, situado en el Norte de la Provincia de Santa Fe, rico por naturaleza en flora, fauna y fundamentalmente por la gente, si, eso “LA GENTE “ que cobija esta localidad, que como es una población muy chica, permite que todos nos conozcamos, con una característica muy particular: la de ponernos sobrenombres a todos, si con solo acordarme de algunos me dan risa.  Pero además, seguramente hasta el día de hoy, sus pobladores pueden darse el lujo de dormir tranquilos con las puertas de sus casas abiertas, cosa inimaginable en la mayoría de las localidades de nuestro país.

En ese lugar vino a residir  en 1927 don Jonas Sumskas,  ni bien terminó su paso de 4 años en el ejército Cosaco. Don Juan era mi abuelo materno, el hombre que con solo  22 años, sin entender el castellano (si bien hablaba lituano, alemán, ruso y algo de francés) y como  carta de presentación trajo su gran religiosidad y su oficio de herrero, el cual fue suficiente para comenzar a trabajar a cargo de la herrería de la Forestal Argentina S.A., donde se jubiló el primer día de octubre de 1963, precisamente quince días antes de mi nacimiento.
Mi querida madre Berta Sumskas, fue maestra en la escuela primaria del pueblo, colaboró y fue partícipe de la formación de la Casa Del Niño, institución  que hoy en día sigue cobijando a los chicos abandonados en guarda hasta su adopción.
Don Severiano Ramírez, nacido en el interior de Corrientes, quien migró a Villa Guillermina, también a incorporarse a las filas de la Forestal, hombre que le hacía honor a su nombre por lo severo en su forma de ser, como buen hijo de gallego. Fue él quien me contó sus historias vividas (medio en guaraní y cuando quería en perfecto español) tan raras como la de un tal Rogelio Lamazón que entonces no entendía muy bien. El mi abuelo paterno migró a Goya (Corrientes),  a trabajar en una famosa tabacalera donde falleció.
Mi viejo, Restituto Ramírez, el “Tuto”, oriundo de Villa Guillermina, trabajó desde los 14 años como cartero del pueblo y desde 1983 en Reconquista como es resto de la familia..
Hasta que en el escenario del pueblo, aparezco yo y de mis años en el lugar, recuerdo con un lagrimón (probablemente fruto del desarraigo) que cursé mis estudios primarios en la hoy escuela N° 6001, aclaro que fue mi vieja la maestra de 1º a 5º grado, de la cuál me llevé algunos “cocos” en esto de la educación y su didáctica (tan distinta a la de hoy). Continué  con la enseñanza media en la Escuela Agrotécnica Nº 296; fueron cinco inolvidables años entre libros, pollos ,abejas, chanchos, tractor, arado, pala y herramientas de trabajo, educación que agradezco profundamente como a todos mis queridos maestros y profesores, que con tanto sacrificio y esmero nos guiaron y enseñaron tantas cosas, no puedo dejar de aclarar también “a los que hice renegar tanto con esas travesuras de pibes”. Pienso en muchos de mis compañeros de aquellos años de la primaria y la secundaria, que están desparramados por algún lado de la Argentina, tanto ellos como mi familia y yo salimos a buscar otros horizontes, oportunidades o la posibilidad de estudiar y formarnos en lo que nos gustaba y en lo que imaginábamos que podíamos basar nuestro futuro. A la gran mayoría no los volví a ver y recién ahora encuentro algunos en las redes sociales con mucha alegría.
Mi hermano César Ramírez, profesor de Historia, a quien le agradezco su desinteresada colaboración con tanto material y jornadas enteras investigando en el archivo provincial y recorriendo los ahora a olvidados pueblos forestales; como así también la posibilidad de conocer personalmente a grandes escritores, pensadores, sociólogos, periodistas y gente con tanta preparación. Mi otro hermano Alberto Ramírez, que viajó a Córdoba para seguir sus estudios; hoy convertido en Ingeniero en Sistemas y radicado en Calera, un barrio de la ciudad de Córdoba capital.
Espero que este apretadísimo resumen sirva para entender mi historia y la idea de comentar cómo una sociedad puede crecer desarrollarse en función del una materia prima como el quebracho colorado y llegado el momento cuando esta se extermina y los capitales extranjeros deciden irse habiendo devastado el capital biológico de la región, queda la gente desprotegida y olvidada.
De esa realidad, surgió la idea que quiero abordar como docente “antes el quebracho y hoy el algarrobo”; una historia que se repetirá si no tomamos conciencia de lo terrible que es la tala indiscriminada de este tipo de recursos, sin pensar en alternativas como reforestar a largo plazo. Hablamos de 100 años para tener ejemplares que sean nuevamente potables para ser usados.
La historia y lo que ya nos pasó tiene que servirnos de lección, para aprender a no cometer los mismos errores una y otra vez. Espero que el presente blog lo compartan, que sirva para abrir el debate y ayude para que este granito de arena sea uno más, que junto al de ustedes y gracias a la WEB 2.0 podamos construir colaborativamente, mas allá de las divergencias y polémicas que seguramente esto va a generar,  con lo cual digo, desde mi buena voluntad para  construir consenso ante tanta barbaridad que acosa nuestra tierra, solo en función del crecimiento del capital de unos pocos y afectando a toda la humanidad con su depredación indiscriminada .
Le debo un Gracias enorme a mi querida esposa Viviana quien soporta (va mentira toda su vida me soportó) esto de que siempre estoy haciendo cosas, a los dos Soles de mi vida Macarena y Micaela que me bancan a muerte, y a todos los que les interese trabajar y aportar sobre los recursos naturales y recursos no-renovables.
A esa gran persona, a la cuál no la nombro en esta oportunidad (solo porque sé que no le gustaría), sí comento que es una gran profesional, colega en la docencia, compañera de trabajo y una gran amiga, es quien me ayuda en la redacción y algunos horrores que seguro podría publicar, a ella especialmente muchas gracias por su colaboración.