Desde La Gallareta, hasta la altura de Colmena,por el Norte, y entre el ferrocarril y el Arroyo El Golondrina, por el Oeste, estaba la materia prima, su explotación marcaría historias de la presencia humana, de su asentamiento expresado en el nacimiento de pueblos, de parajes, kilómetros y desvíos; de laa división laboral en oficios: el hachero, carrero, boyeros y cargadores, los ejecutores del proceso coordinado y desvastador del talado, los llamados "Obrajeros"; y también de sus narrativas orales de quienes vivieron de sus recuerdos y nostalgias. Fué en ese espacio geográfico que acudió el criollo al trabajo, al desafío de derribar aquel árbol centenario, con su empeño en el desarrollo de sus habilidades, de su adaptación al terreno, de moldear su vida a un mundo de rudeza, de limitaciones, de carencias, de lo que no se conocía. Mostrando sus cualidades con orgullo, desafiante en la aspereza que lo rodeaba. También la subsistencia en las circunstancias imperantes, en la invariabilidad del trabajo, en el no ver más allá de lo que el horizonte permitiera, mezcla éste de niebla de polvo de tierra, montes y rutinas. Fué allí donde el hombre conviviera con la naturaleza, en su estado salvaje, que no entregará fácil aquel árbol tan buscado, protegido entre matorrales, enredaderas y cardos, además de los animales e insectos. El ser humano allí templó su carácter, formateó su cultura, sufrió heridas, dejó sus vidas, tuvo sus diversiones, sus juegos, el azar.
Fueron los obrajeros el sector de los trabajadores mas populosos en relación con los obreros y empleados, los que no lograron organizarse sindicalmente, los que trabajaron para contratistas, y también en cuadrillas forestales de montes, pero siempre bajo la égida mirada de los funcionarios de la empresa.
Un protagonista de la vida en los obrajes fué don Isabelino Rivero que como hachero trabajó en la Agencia La Gallareta a fines de los anos 30 y principios de los 40 con el contratista Severo Bonacci, quién describe aspectos de la vida cotidiana:
"lA VIVIENDA era una cosa que no existía, y teníamos que hacerla nosotros de un pasto que se llama simbol, hacíamos un rancho o un bendito y ahí armabamos una catrera con palos para dormir. La ranchada la hacíamos bajo el árbol que más sombra daba, para esta a la siesta cuando teníamos un descansito, claro que esa ranchada era durante el trabajo en ese lugar, por que cuando nos trasladábamos de zona nosotros trasladabamos el rancho o sea lo acercabamos al pié del trabajo como se decía antes. Nuestra familia quedaba donde era la playa del desvío, mientras nosotros los hombres íbamos al obraje y hacíamos la ranchada provisoria.
El agua se la traía desde el desvío y si era época de seca se la sacaba de los cardos, se tomaba el cardo en una bolsa de alpilleras se lo cortaba, y se volcaba su contenido líquido en una vasija, se lo dejaba asentar un rato y ésa era el agua que se usaba para tomar o cocinar. Después del año 1944 esto empezó a cambiar ya que la empresa les llevo el agua, para que no se mueran tanto los hacheros........
Nosotros dejábamos de trabajar, volvíamos al rancho a cocinar, a la noche lo mismo, se hacía todo lo más rápido posible, se comia polenta y guisos nada más, no era muy variada si bién la carne no faltaba, el fideo y polenta abundaba, esa era la base de la comida. En el 36 y 37, el aceite no había ni para curar enfermos y todo era a base de grasa. Llevávamos 10 Kgs. de carne que salábamos y hacíamos el charque poniendola al sol colgada de un palo o alambre para que se seque y se la usaba para comer toda la semana. La mercadería la comprábamos en el almacén del contratista que nos descontaba del sueldo, y nos cobraba un poco más caro que en el pueblo, mis hijos no fueron a la escuela por que había solo dos escuelas una en Santa Felicia y otra en Santa Lucía, y son muchos kilómetros, además necesitaba a mis hijos para que me ayuden a hacer leña, como la mayoría de nuestros hijos y por eso tantos analfabetos por estos pagos."
Sirva este relato de este señor que vivía pegado a mi casa materna, hombre de bombacha de campo, gran facón en la cintura y manos muy callosas, para adentrarse en lo duro de la vida de esta gente la mayoría del interior de Corrientes, Paraguayos y todo el norte Argentino.
Los dejo con un conocido de todos que en palabras pinta un día de pago en el obraje, espero les guste.
Muy bueno Jorge!!! Felicitaciones. Qué hermoso recorrido histórico.
ResponderEliminarLili, es la cruda realidad, y todo depende de que estrato social, le toco vivir en la epoca de la forestal.
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